Al terminar la bajada del Monrepós, nos dirigimos a Boltaña por la sinuosa carretera de La Guarguera. Son 52 km de curvas que atraviesan una de las zonas más despobladas de Aragón. La carretera discurre paralela al río Guarga en muchas ocasiones y el paisaje es realmente espectacular. Pasamos de la comarca del Alto Gállego a la del Sobrarbe y tomamos un desvío a la derecha hacia el municipio de Pueyo de Marcat, pequeña población cuyas construcciones de piedra se mimetizan con el paisaje. A los pocos kilómetros dejamos el coche e iniciamos , por pista, el recorrido para llegar a nuestro objetivo, la desconocida cima de Capramonte o Crapamonte, de 1300 m. de altitud.
Desde el inicio del camino los Pirineos nos acompañan a la izquierda. Sus cumbres más altas nos recuerdan la inmensidad del Pirineo. Nos escoltan sin descanso de oeste a este: el Cilindro de Marboré, Monte Perdido y Pico de Añisclo; así como las Tres Sorores, el Mondoto (aún recordamos cuando subimos a su cima, hace ya unos cuantos años), Peña Montañesa, el Cotiella y el Turbón. Todos nos vigilan desde sus atalayas.
El camino es llevadero, pista de piedras en algunos tramos y de tierra y hierba en otros. Una ascensión sin dificultades que en su hora de duración nos regala la presencia constante de las montañas pirenaicas.
En su cima, el vértice se convierte en balcón espectacular del Pirineo. Las montañas nos miran y colmados de su blanca mirada nos rendimos a los pies de semejante espectáculo.
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