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Medio centenar de años, más de treinta de ellos de experiencia en la montaña, alrededor de medio millar de montañas ascendidas, me animan a empezar mi camino como bloguero. Junto a Toñi Morcillo, escritora, fotógrafa y montañera, hemos creado este blog donde podéis encontrar artículos, reseñas, montajes audiovisuales y fotografías, principalmente relacionadas con el mundo de la montaña; lugares conocidos en ocasiones y no tan conocidos en otras, pero con la clara intención de dar a conocer nuestra tierra. Con enlaces a youtube en donde podréis, si queréis, suscribiros a nuestro canal. Por descontado, estaremos encantados de conocer vuestras opiniones, propuestas, preguntas, críticas constructivas......todo lo que os apetezca. Nabesante es una palabra aragonesa que significa montañero, que gusta de caminar por la montaña y recorrer sierras; hace años que la hice mía y así se llama nuestro blog. Esperamos que disfrutéis con nuestros vídeos y si es así compartirlos.

domingo, 7 de febrero de 2016

TRAVESÍA POR LOS DOSMILES DE LA SIERRA DEL MONCAYO

 ¡Buen diya! Así empezaba el día 9 de mayo  en el Parque Natural del Moncayo. Teníamos una larga jornada montañera por delante, un plan muy ambicioso que yo no estaba segura de poder llevarlo a término. Era todo un reto. La línea de cumbres del Moncayo, seis dos miles nos esperaban. A las 7:45 h empezamos la ascensión hacia el Moncayo de Castilla o Peña Negrilla. El inicio del camino era precioso, el verde de mayo y el sol de esas horas hacían de la mañana un tiempo y un lugar mágicos, atemporales. A Salba se le veía feliz. Sin prisa pero sin pausa caminábamos por el sendero bien señalizado por mojones. En varias ocasiones tuvimos que desviarnos de él ya que el camino estaba tapado por troncos de árboles caídos y rotos por el peso de la nieve de este invierno. Dos horas después estábamos en el collado. Habíamos ido bordeando el Moncayo que desde este lado lucía majestuoso. Pasamos a tierras de Soria para alcanzar nuestro primer objetivo. La ascensión me resultó complicada y de repente perdí las fuerzas y tuvimos que parar. Miel, pasa, cacahuetes y todo el cariño de Salba consiguieron que recuperara el ánimo y las condiciones físicas. Y así llegamos a la cima , 2118 m. Peña Negra Norte nos esperaba ya ansiosa. Llegar a ella fue un paseo con una bonita recompensa. Desde sus 2.078 m., Castilla se extendía a nuestros pies como una alfombra multicolor, las sedosas pequeñas nubes nos contemplaban desde su mar azul y el Moncayo celoso, nos miraba. Era casi el mediodía y había que descender al collado de nuevo y allí tomar la decisión. Si queríamos hacer el Lobera había que subir hasta el Moncayo. Desde Punta Norte se me hacía una tarea casi imposible. Tenía que decidir yo. De momento, había que bajar así que, tras un buen almuerzo en un refugio de pastores a medio camino entre nuestros dos objetivos sorianos, iniciamos el descenso, no por donde habíamos subido, sino monte a través como le gustaba hacer a Salba. Terreno de lascas sueltas y vegetación que ocultaba las piedras, esto dificultaba mucho el camino. Rompí un bastón al apoyarme, me salvó de una caída. A las 13:00 h y tal como había previsto Salba, llegamos al collado. Era hora de decidir qué hacer. Volvernos al coche o subir. El Moncayo nos miraba, estaba guapo. Me sentí con fuerzas para afrontar el reto y una hora después tocábamos el vértice con nuestros ojos. Fue duro, muy duro para mí. La fuerte inclinación de la ladera unida al tipo de suelo, me hicieron ir perdiendo fuerzas poco a poco. Los últimos metros no se ni cómo los anduve. No podía más pero no podíamos volvernos. El collado quedaba demasiado lejos y el Moncayo demasiado cerca. Despacio, demasiado, y con muchas paradas lo conseguí. Allí estaba, 2.314 m. La tercera cima en seis horas. Eran las dos de la tarde y ni mis brazos ni mis piernas podían hacer nada más. Nos sentamos al resguardo del viento, comimos y nos tumbamos a descansar una hora. Lo necesitaba. De nuevo una buena ración de pasa, miel, cacahuetes, cariño y ternura. A las 15:00 h había que tomar otra decisión: volver al santuario o dirigir nuestros pasos al Lobera. Salba calculaba que sobre las 16:30 estaríamos en el vértice. Me hice la valiente pero sin estar muy segura de lograrlo. El Lobera no podía quedarse otra vez fuera, sería la segunda y eso no me gustaba. Se le veía cerca y asequible. Iniciamos la conquista del quinto dos mil, de camino pasamos por San Juan y sus 2.283 m. ¡Ya llevábamos cuatro cumbres! El Lobera me engañó, enfadado seguramente por no haberlo conquistado la última vez, se disfrazó de amigo para a mitas de camino mostrar su verdadera cara. Se alejaba por momentos y cuando parecía que llegabas se levantaba unos metros más para marcar territorio, allí mandaba él. A las 16: 25 h nos colocamos en su cima. Las vistas desde allí son indescriptibles, 2. 227 m. Un rato de descanso y en una hora estaríamos en la cima de La Morca, la cual se levantaba imponente ante nuestras miradas. Ella no mentía, ahí estaba con sus 2283 m. esperándonos, pero a mí no me lo iba a poner fácil. Podíamos volvernos sin hacerla pero…..¡tenía que conseguirlo! Un poco más de esfuerzo y--¡conseguido! Así fue. A las 17:30 h tocábamos cima. Habíamos hecho seis dosmiles, toda la línea de cumbres de la Sierra del Moncayo. Yo estaba contenta y Salba mucho más. Verle feliz era mi mayor recompensa. Ni el Moncayo era capaz de igualar la belleza de sus ojos. Comimos algo para coger las últimas fuerzas necesarias para iniciar el descenso, el cual me pareció mucho más asequible que la primera vez que lo hice. Estaba muy cansada y los últimos metros se me hicieron eternos. A las 19:30 llegábamos al coche. Doce horas. Salba, yo y la montaña. ¡Objetivo de sobra cumplido! 


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